10 feb 2016

BarceloNina #60. Antiexploradores


Odio las conversaciones que se escuchan dentro de un avión de una compañía de bajo coste. Y, en general, odio a la mayoría de los bloggers de viajes y a la filosofía que representan. En las redes sociales cuelgan frases como "viajar nos hace más ricos" y otros aforismos que hacen creer que la gente que viaja es especial. Alguien se ha olvidado de decirles que no vivimos en el siglo XIX, que trasladarse a otro país no es ninguna aventura ni ninguna proeza y que son víctimas del hueco existencial del agnosticismo que ha ocupado el materialismo y la búsqueda del camino personal por las rutas del rayanairismo. Hay cosas útiles que comparten en sus webs, no digo que no, pero no por eso dejan de ser el Mercadona del turismo: eficaces pero sin alma. Son comerciales y mainstream hasta el extremo y se venden a quien sea que les pague: hoteles, tour-operadores, ferias de turismo, premios, aerolíneas, oficinas de turismo de países... Se pasan el día colgando fotos (más es mejor, y hay que sacar partido al móvil de 800 euros), con miles de hashtags para que hacerse la pelota unos a otros sea más ágil y colaborar así a engrandecer una burbuja que ya es inmensa. Os sorprendería la cantidad de gente que está viajando por el mundo haciendo esto. Buscad, buscad: #travelgram #instatravel #alavionismo #wanderlust. Son superaventureros que les gusta integrarse de verdad en la sociedad que visitan, por eso se dejan untar con cenas gratis y cócteles en países donde solo los toman los guiris (pensadlo, son el Paellador del trópico). A la mierda la sostenibilidad y el consumo de kilómetro cero. Llevan mochila y eso ya queda de comprometido.

Hay buenos blogueros, no digo que no. ¡Ojala hubiera más! Pero muchos no se caracterizan por su capacidad narrativa (ni escrita ni audiovisual), ni por los conocimientos que comparten. Muchos son personas algo perdidas profesionalmente (oye, nada en contra de estar perdido) sin nada que perder y que han pensado en financiar su vuelta al mundo con esta profesión en alza. Creo que es un claro caso de intrusismo, que empezó con la redacción de "Mis vacaciones" que el profesor de castellano nos mandaba en EGB, pero que no siempre consiguió evolucionar.  Han querido ocupar el puesto (con otros soportes y otros ritmos) de los contadores de historias, de los antropólogos, de los auténticos exploradores, periodistas... Lo que me molesta no es que trabajen viajando y cobren (ni que no siempre sean profesionales responsables). Lo que me molesta es que encima nos vendan su trabajo como algo bonito y necesario para la humanidad, como una entrega personal y una decisión de vida para promover el conocimiento de otras culturas, cuando en realidad no son ninguna empresa con fines sociales sino que son sólo una empresa.

Ellos, los antiguos exploradores, contaban sus viajes de una forma bella y profundizaban en lo que veían y aprendían. Ahora, con más información que nunca, los bloggers se quedan en la primera foto: en los colores, las sonrisas de los habitantes locales, la hamaca en la playa virgen a la que todo el mundo va... ¡Que nos cuenten algo que no sepamos! Publican sobre temas concretos y utilizan palabras determinadas para lograr que mejore su posicionamiento en Google. Escriben para que el que busca en internet "Rutas Indonesia" haga clic sobre su perfil. Me parece que mayoritaria y lamentablemente su trabajo no contribuye a transmitir conocimientos de calidad, y acaban siendo diletantes de lo que sea que hagan. En cambio, invitan al consumismo: más sitios que ver, más fotos que hacer, más chinchetas que pinchar en el mapa y así poder fardar de que has estado en no sé cuántos países. ¡Ellos pusieron de moda el turismo de palo-selfie! Pero cuidado porque tienen el respeto de la masa corroborado con sus likes y respaldado por empresas que ponen mucha pasta. Los seguidores se los regalan casi por vicio (¿quién no va a darle al corazón al ver una foto de un koala?) y les dejan bien arriba en el ranking de los que se venden para poder financiarse un viaje, sin valorar lo útil (o inútil) que es el contenido, ya sea en el sentido artístico, cultural o intelectual.

Vivimos en un mundo en que si no has visitado todos los sitios, eres un fracasado. ¿Hay alguien que diga por ahí que no les gusta viajar? No, nadie lo hace. Porque no viajar parece de cateto. Me disculparán los numerosos empleados y empresarios directa o indirectamente relacionados con el sector turístico, pero a mí me parece que el nuevo catetismo es viajar sin medida y sin profundidad.

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