28 ene 2015

BarceloNina #54. Expats y pantallas

Artículo publicado en el blog de innovación de Prisa, Toyoutome

Somos expats y no somos pocos. Muchos ni si quiera nos hacíamos llamar expats hace un tiempo, porque simplemente no estaba popularizada la palabra y… algunos no teníamos las buenas condiciones de trabajo y de vida que se desprenden de ese término. En resumen: vivimos y trabajamos en el extranjero.
Somos camaleones que nos adaptamos a los cambios con una facilidad pasmosa. Cada vez hacemos mejores maletas y más pequeñas, y se nos hace más difícil contar las camas en las que hemos dormido, los pisos, las ciudades, los amigos… Mucho de lo que vivimos es fugaz pero intensísimo. Quizá estemos un poco desconectados de los programas de la televisión de nuestro país, de cuál es el famoso de turno, de qué se respira en las calles… pero de pronto sorprendemos con sabiduría popular del tipo “en Australia el agua se va en la dirección contraria por el desagüe”. Estos conocimientos no nos harán ganar una partida de Trivial pero –generalizando, porque siempre hay quien que no se saca partido, da igual dónde esté- nos darán sentido común, pragmatismo, relativismo y ancho de miras que durarán para siempre.



En el caso de los españoles, algunos hemos decidido vivir en el extranjero por interés propio, otros como consecuencia de la crisis económica, otros arrastrados por familia o pareja… En cualquier caso, lejos queda la imagen en blanco y negro del emigrante de maleta y boina e incluso otras connotaciones más recientes que –personalmente- pienso que nos han hecho un flaco favor; véase Españoles por el Mundo, Callejeros Viajeros, etc. No, a muchos ya no nos interesa que nuestro grupo de amigos sean todos españoles y quedar para ver el fútbol a deshoras desafiando al cambio horario. Ni vivimos de embutido envasado que viaja con nosotros. Ni gritamos cuando hablamos por Skype por eso de si no nos oyen al otro lado. Nuestra experiencia fuera ya ha superado esa fase de cateto al estilo Paco Martínez Soria. Con matices, mantenemos un equilibrio entre el amor por descubrir una cultura diferente y la conservación de costumbres propias. Si vas a un restaurante de playa, pides pescado, ¿no?; pues si vives en Tokio, te lanzas a la comida japonesa. Kilómetro cero o sentido común, llamémosle como queramos. Cierto es que eso no significa que haya que prohibirse una velada de vino y un curado; la nostalgia es bonita, y no hace falta añadir un aforismo que lo justifique. Su extremo, mimetizarse con los autóctonos y perder la propia identidad por ejemplo vistiendo kimono las 24 horas del día, puede ser respetable pero sociológicamente ridículo.



En toda esta vorágine de check-ins, aterrizajes, traslados y vida lejos de la que era nuestra casa, el apoyo de las pantallas e Internet es incuestionable, siempre que se aplique con esa balanza entre vida física y vida tecnológica. Relaciones a distancia con familia y amigos que se mantienen vía todo-lo-que-se-pueda (Skype, WhatsApp, Instagram, correo electrónico, blog, Facebook…), pero también nuevas oportunidades que surgen entre los expatriados. Sus dudas, la necesidad de compartir experiencias, la información, el apoyo, la ambición, la curiosidad por saber qué están haciendo otros en otras partes del mundo e incluso el ocio y el entretenimiento desde el punto de vista expat son temas que se recogen en el proyecto 0034 CódigoExpat que ideé a raíz de mi propia vida en el extranjero. Se trata de una web con información y servicios para españoles que viven fuera. No es que hayamos inventado la penicilina: solo hemos aplicado ese sentido común que mencionaba. Los proyectos digitales que existen dirigidos a ellos (foros, consejos para el exportador, denuncias por la fuga de cerebros…) me parecen interesantes pero limitados. Por su parte, los medios españoles se centran en informar y, cada vez que el INE publica una estadística, se echan las manos a la cabeza con titulares del tipo “Ya son no sé cuántos españoles los que han emigrado…”, pero poco más. ¿Qué hay de sus problemas, de lo que sienten, de sus curiosidades, de contar historias sobre sus vidas sin ese tono lacrimógeno de “vuelve a casa, vuelve” y, en definitiva, de estar ahí?
Hay un nicho para una plataforma profesional y solemne, que sea capaz de aglutinar la enorme cantidad de contenidos y ayuda que se les puede ofrecer. Se han hecho muchas cosas, pero falta algo global: EL punto de referencia para este colectivo. Sabiendo esto, nosotros vamos a intentar ser una de esas pantallas en las que se apoyan los expats, a sabiendas que merecen una plataforma a su altura y lo complicado que es estarlo.

0034 es (qué bien suena poder hablar ya en presente y no en futuro) un proyecto en el que estamos involucradas personas que hemos vivido en el extranjero y profesionales del periodismo y la comunicación. Ahora estamos trabajando en la aceleradora de startups de PRISA (PRISA INN) en Madrid y muy de cerca con EL PAÍS para que nos asesoren en este proceso, poder presentar la versión beta de la página en muy pocas semanas, caminar con su apoyo en nuestros primeros meses de vida y con la posibilidad e ilusión de que entren como socios en el futuro.
Claro, entonces he mentido. Ya no soy una de ellos. Formalmente ya soy ex expat o repatriada, aunque me considero todavía expat y hablo en primera persona porque: 1) volví hace poco; 2) tengo muy presente la vida y las personas en el extranjero; y 3) porque sé que para muchos está allí su -¿nuestro?-  futuro.



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