23 nov 2014

BarceloNina #52. El antiemprendedor

No sé cuáles son las 10 claves que hay que tener claras antes de sentarse a hablar con un business angel. Nunca he ido a un congreso de emprendedores ni start-ups y espero evitarlo en la medida de lo posible. No entiendo por qué no se utiliza el homólogo castellano del mentoring, ni de tantos otros anglicismos. En este mundo les encantan.

No calzo deportivas para dar charlas ni visto camisetas con mensajes optimistas e ingeniosos a modo de consejos vitales, aforismos de emprendedor a los que desviar la atención en medio de una charla (perdón, pitch) en la que conmueve a la audiencia y entusiasma con un discurso que saca lo mejor de nosotros mismos. No, yo no tengo ese talento. Nadie grabará una presentación mía para reproducirla como ejemplo de motivación. Yo soy más del realismo sucio, de leer a Bukowski y Fante y aparcar la biografía de Steve Jobs. No tengo tablet.

Hay emprendedores que dedican más tiempo al autobombo y a parecer una empresa happy que a su proyecto. Hay cincuentones con dos coches llamándose emprendedores. De verdad, está pasando. También odio el hecho de esta palabra otorgue un talento innato a la persona: ¿Acaso no es más meritorio no haber nacido para ello y haber conseguido sacar adelante un proyecto, a base de aprendizaje y experiencias? No soporto la palabra emprendedor y todo lo que se asocia a ella.

Creo que un verdadero emprendedor -como yo lo entiendo- lleva implícito el riesgo, el molar menos y ser un poco pringado: no tener recursos, ser joven como para que no siempre te tomen en serio pero que en cambio te exijan responsabilidades como a un veterano, vivir en un piso compartido, comer muchos cereales por pereza a cocinar, estar perdido y tener la cautela... de creer más en tu proyecto que en ti.

No hay comentarios: