24 jun 2014

BarceloIndia #6. Sin preguntas

Que un periodista se quede sin ideas durante una entrevista, de la que presumiblemente se puede sacar aún más jugo, debería suponer su retiro inmediato de la profesión. Asumo las consecuencias. Me ha pasado. De hecho, desde que llegué a este emplazamiento de la India rural, no he hecho más que quedarme sin palabras. La escena se repite casi siempre: el entrevistado o la entrevistada, el traductor -casi siempre traductora- y el entrevistador, yo.

Suelo pensar lo mismo antes de salir a terreno a un pueblo remoto para realizar este trabajo: hoy será diferente. Pero siempre me equivoco. Confío en poder darle otro estilo a la entrevista y tocar nuevos temas. Me siento allá donde tiene lugar la conversación, casi siempre en el suelo de una choza o de una escuela. Y al final, todo sucede de la misma manera. Vanos intentos por querer cambiar la realidad, que implacable nutre la atmósfera de cada una de las entrevistas y anula cualquier intento por hacer interesante el resultado de la fórmula pregunta-respuesta. Podrían ser sólo respuestas.

Si le pregunto su nombre, me dirá una palabra que me sonará tan rara que me la tendrá que acabar escribiendo la traductora en la libreta. Si le pregunto su edad me dirá que no lo sabe con exactitud; me dará una cifra aproximada. Me contará los hijos que tiene -si es madre o padre- o lo que le gustaría estudiar -si es un niño o niña-. Luego hablaremos de su problema central: una enfermedad, dificultades laborables (casi siempre como jornalero), víctima de violencia o tráfico... Con pelos y señales relatará su episodio. Y luego todo se reducirá a que él o ella sólo quiere una vida mejor, salud, un compañero que la respete, unas deudas que no le presionen hasta el suicidio y, sobre todo, la posibilidad de soñar con una vida mejor.

Es aquí cuando se acaba la entrevista, por mi culpa. No puedo añadir nada. No hay nada más que preguntar porque todo se reduce a eso: sufrir lo menos posible. Cierro la libreta, tapo el bolígrafo, y acepto un té. Y a cada encuentro me siento un poco menos periodista.

No hay comentarios: