15 feb 2014

BarceloNina #49. Lo que no se cuenta

Parece que están en extinción las personas que prefieren guardarse las cosas para ellas. Parece que el resto del mundo les pida que se justifiquen. ¿Dónde quedan los que no explican detalles de su vida? ¿Los que respetan esa discreción tan típica de Barcelona? ¿Por qué se está abandonando tan fácilmente? Los dicharacheros sospechan de ellos; algo ocultan, piensan. Si fulanito no dice nada sobre su trabajo, es que no tiene trabajo; si no dice nada sobre sus parejas, es que no tiene pareja; si no dice nada sobre sus planes, es que no tiene planes... y en definitiva si no alardea de su vida, es que no tiene vida. Este modo de hacer y de ser parece que no es cómodo para la mayoría fardona actual. No entienden los silencios ni su homólogo 2.0, la inactividad en la comunicación de la vida privada en las redes sociales. Ellos, que sin preguntarles te cuentan todo lo que han hecho, que sin interesarte por su vida sexual te susurran lo bien que se lo pasan, que buscan que te impresiones con sus habilidades de relaciones públicas cuando te cuentan con quién se codean, que sin venir a cuento explican lo sobresalientes que son en su trabajo porque así se han vuelto después de asistir a un curso de marca personal, que envían la foto de su amante en decenas de chats de WhatsApp... ellos, que sienten un orgasmo de autoestima cada vez que comparten una foto en Facebook en la que creen que se parecen a lo que quieren ser.

Me pregunto en qué lugar quedan -quedamos- los que no publicamos cada detalle de nuestra vida privada. Nadie sabrá los libros que he leído porque no publicaré fotos de sus páginas, ni los grupos de música que descubro, ni los restaurantes a los que voy, ni lo que pienso de la película que he visto, ni los cafés que tomo, ni el moreno de mis piernas, ni las personas que veo, ni los sitios que visito... Estoy convencida de que aunque eso aleje de la mayoría a los autores de estas odas a la inimidad, también les acercará a ellos mismos. Y creo que muchas personas cerca de ellas mismas, se acercarán entre ellas. Reivindico los secretos, la satisfacción -literalmente- personal, la confianza en uno mismo sin tener una masa impresionada que le escuche, y que lejos de pronunciarse con "me gusta" digan a alquien que les gusta en persona, y así disfruten del placer de una confesión que solo conocerán los que protagonicen el cara a cara. Bueno, ellos, y los callejones oscuros de la ciudad, los únicos a los que se les debería invitar a las confidencias.

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