8 dic 2013

BarceloIndia #5. Chupasangres

Me contactaron de la cátedra de una universidad y una organización de estas mundiales, globales, universales. Solo me mandaron un email: “Hola, soy funalita, de la cátedra equis. Me gustaría hablar contigo”. El tema imponía y halagaba, le dije que por supuesto y el siguiente correo que recibí fue para confirmar el día y la hora de nuestra conversación por Skype, pues ella estaba en Barcelona y yo en el sur de la India. No tenía ninguna otra información sobre el tema, pero me parecía que no se permitía hacer preguntas. Cuando alguien así te contacta, supuse, es que es serio y ese el protocolo que deben tener.

Llegado el día intenté estar fresca, leí a fondo las noticias ese día (las noticias de indeterminadamente todas partes, porque no tenía ni idea a qué me enfrentaba) e indagué en internet en qué consistía esa imponente cátedra aunque -para mi frustración- no pude entender nada de su presentación. Es una de estas aliazas abstractas que pretenden "transferir conocimiento", "consolidar relaciones" y nada más y nada menos que "repercutir en el desarrollo humano". Normales eran tan altas aspiraciones, a juzgar por la inacabable lista de nombres y apellidos en la comisión ejecutiva, comisión académica y profesorado colaborador.

Aunque no sabía por qué querían contactar conmigo, admito que estaba optimista por que la señora que trabajaba para la cátedra me hubiera contactado. Los nombres solemnes yerguen el torso de cualquiera. Llegó la hora de la llamada. Al parecer, la que estaba al otro lado se diculpó de no poder activar su cámara, con lo que estábamos en clara desventaja: ella me veía a mí pero yo a ella no. Por un momento estuve tentada de apagar mi vídeo y continuar solo con la voz, dada la violencia de una videollamada con alguien que no conoces. Pero le di un voto de confianza y pensé que quizás era verdad eso de que no le funcionaba la opción de vídeo. Además, para qué ocultarlo, pensé que mejor iba a ser no ponerse estupendo con esa gente tan importante. La mujer se presentó brevemente y en seguida llegaron las preguntas: "cuéntame un poco de ti". Sin saber en frente de qué estaba (¿una entrevista de trabajo?), le conté mi trayectoria profesional sin grandes detalles, porque realmente no sabía a qué atenerme ni en qué estaban interesados.

En pequeñas píldoras, ella también fue dándome algo más de información: "Estamos montando una mesa redonda sobre la India y las ONG. Lo primero que pensé es que no me sentía demasiado autorizada, pero bueno, al fin y al cabo me estaban llamando de un sitio importante y experiencia, así que ellos sabrían mejor sí tenían que confiar en mí. También pensé que podía ser interesante, más que por mi participación, por poder escuchar la de otros. Y a partir de aquí me fue pidiendo más detalles, ahora sí, con más concreción: India y oenegés. Le expliqué a qué me dedicaba ahora y cómo veía el tema. Ella empezó a hacerme preguntas sin plantearlas directamente. "Este tema es muy interesante. Yo no sé que piensas tú...". Y le daba una respuesta. Estuvimos un buen rato. Cuando llevábamos unas cuantas no-preguntas empecé a cabrearme y a contestar de forma más escueta, poniendo un precio a mis palabras al recelar de su interés. "Muy interesante este punto de vista que ofreces. Supongo que tú tienes mucho que decir también sobre este tema..." Y yo contestaba, ya definitivamente harta del atraco al que veía que me estaban sometiendo.

Finalmente, la voz de mujer me dijo que estaba montando una ponencia para el próximo enero, que encabezaría Jaume Sanllorente de la organización Sonrisas de Bombay. Su tono fue entusiasta, como si me premiara con esta sorpresa, juro que oí sus redobles de tambor. Menuda falta de respeto no soltar hasta el final el propósito de la reunión. Supongo que ella dio por hecho que ese era un reclamo para mí, aunque me reservo lo que opino al respecto. A continuación imaginé que vendría la propuesta, pero para mi sorpresa tan solo fue una tomadura de pelo: me dijo que para apoyar ese evento estaba organizando otros actos satélite, entre ellos una mesa redonda formada por alumnos de la Universitat Ramon Llull. La cosa se ponía fea. Maticé que aunque fuera joven hacía años que había acabado la carrera y todavía más años que trabajaba como periodista. "Bueno, es igual, estudiantes o recién licenciados iría bien", o algo parecido fue lo que contestó. Reconozco que me hirió el orgullo, pero no el tipo de orgullo-soberbia, sino el tipo de orgullo-respeto, orgullo-consideración, orgullo-profesionalidad . Esta señora quería llenar una mesa con pofesionales en activo haciéndolos pasar por alumnos, para dar empaque a un acto que se montaba en torno a un exalumno de la casa. "¿Cómo lo tendrías para participar?" (la primera pregunta directa, ¡por fin!). "Mal, vivo en la India". Y a continuación me iluminé (a lo mejor el disgusto puede pagarme una vista a casa): "A no ser que cubráis vosotros el traslado", añadí, dando por supuesto que a los 'alumnos' no se les retribuye su aportación en esta mesa redonda. Y después de proferir algún "¡Oh, qué pena que no puedas asisitir...!" algo forzado, me pidió que le pasara por email algunos de los expertos y libros que había citado.

Obviamente no lo hice, me sentí usada y maltratada. Pero antes de colgar quise preguntarle yo algo. ¿Cómo me había contactado?. Me dijo que había puesto en LinkedIn "URL" e "India" y que le 'salí' yo. Este interés aleatorio me hirió aún más, pero no me abandoné... yo también había sacado algo de esa conversación: fue tan poco ávida que me confesó su profesional método de trabajo. Gracias, Rosario, coordinadora de la Cátedra UNESCO-URL por transferirme tu know-how en el buscador de LinkedIn. Finalmente salimos las dos ganando y ya no me siento tan humillada. Por favor, señores de la cátedra, invitadme a una mesa redonda de win-win o networking (o a cualquiera con nombre en inglés) para que explique esta experiencia con vosotros. Lo haré gratis y encantada, como buena alumna.

No hay comentarios: