26 abr 2013

BarceloNina #31. Crítica constructiva

Un periodista no tiene que buscar gustar, ni caer bien, ni complacer. A veces se nos olvida.
Todos sabemos que hay espacios de mamoneo en los medios (sobre todo en los escritos y webs), en los que se cantan las bondades de restaurantes, hoteles, artistas, bares, tiendas... Son una especie de directorios, pero que al fin y al cabo tienen su utilidad y que están muy de moda a juzgar por su crecimiento exponencial.

Lo que me molesta son los periodistas que hacen ese mismo trabajo y que tienen la frescura de llamarlo "crítica". Son agasajos que se disfrazan de análisis. Y además, teniendo que sobrellevar como lectores una prosa engrandecida y venida arriba, escrita con un ego a la altura del cuerpo de letra de la firma. Altivez sin crédito. ¿Cómo se justifica eso?

Una crítica gastronómica no puede ser siempre buena, ¿no? Un artista puede -por un casual- no estar fino esa noche, ¿no? Puede un gran escritor matarnos de un aburrimiento soporífero con su última novela, ¿no? Puede un diseñador presentar una colección de otoño-invierno que cause escozor, ¿no?

Sin embargo, es la mar de cómodo tener contentos a todos sobre los que se escribe, a las agencias de comunicación, a los lectores... así, el periodista entra en un círculo de interés en el que se le respeta por el amparo que puede llegar a ofrecer, se le invita a todos los saraos, le mantienen al día... La relación enre periodista-artista/maître/cocinero/hotelero pasa a ser ya casi de amistad, pero es una relación codiciosa en realidad. Tirando de ella, el profesional de la información puede permitirse el lujo de pedir un par de entradas para tal concierto, acceso al SPA sobre el que escribió una pieza a media página y con foto justo la semana pasada ("es que es el aniversario de mi mujer y querría tener este detalle con ella... ¡le gustó tanto cuando leyó el reportaje que escribí!") o la típica emboscada al restaurante con dos estrellas Michelin ("¡vaya! Justo pasaba por aquí con toda mi familia, por este pueblo encantador de 30 habitantes... ¿no tendréis un huequecito?").

Esto es así, y las agencias de comunicación no hacen más que fortalecer estas relaciones falsas, interesadas, caprichosas y poco profesionales. Por más grande que sea la firma, pediría que dejen de engañar a los lectores con este tipo de espacios y que adjunten en calidad de qué es esa atribución, bien de crítico, periodista o escritor de publirreportajes.

Por otro lado, gracias a todos los periodistas que hacen su trabajo, que a veces caen bien y otras no tanto, y que precisamente por eso se ganan el respeto.

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